"El bienaventurado Macario contaba esta historia acerca de sí mismo, diciendo: Cuando era joven y vivía solo en mi celda, me cogieron, en contra de mi voluntad, y me hicieron clérigo del pueblo. Y como no deseaba permanecer allí, escapé a otro pueblo, donde un seglar piadoso me ayudaba vendiendo mi trabajo; y sucedió que cierta joven tuvo un tropiezo y resultó que estaba embarazada. Y cuando sus padres le preguntaron quién era el responsable de ello, ella dijo: Ese eremita vuestro cometió este delito. De modo que llegaron los padres de ella, me cogieron, y me colgaron cacharros alrededor del cuello y me llevaron a lo largo de todos los caminos, pegándome e insultándome, diciendo: Este monje ha violado a nuestra hija. Y cuando ya estaban a punto de acabar conmigo con sus bastones, uno de los ancianos les dijo: ¿Cuánto tiempo vais a estar pegando a este monje extranjero? Mas como él seguía y trataba de protegerme, ruborizado de vergüenza, ellos le insultaban también, diciendo: ¿Qué ha hecho este hombre a quien tratas de defender? Y los padres de la muchacha aseguraron: Bajo ningún pretexto le dejaremos ir, a menos que se provea al mantenimiento de la muchacha, y a menos de que alguien responda de este hombre en caso de que desaparezca. Así es que cuando hice señas al anciano de que hiciera esto, él ofreció una garantía y me llevó de allí. De modo que, retornando a mi celda, le di todos los cestos que encontré para venderlos y proveer comida para mí y para mi esposa. Y yo dije: Bien, Macario, ahora que te has procurado una esposa, tendrás que trabajar con más ahínco a fin de ser capaz de alimentarla. Así que trabajaba día y noche a fin de procurarle el sustento. Pero cuando le llegó el tiempo a la pobre infeliz, pasó varios días atormentada por los dolores de parto, y no podía dar a luz. Y cuando se le preguntó acerca de ello, dijo: Le eché la culpa del delito a ese eremita, cuando era inocente. Pues fue el muchacho de la casa de al lado quien me puso en tal estado. Entonces, el que me había ayudado, al oír esto, se llenó de alegría y vino a contármelo todo y me pidió que les perdonase a todos. Al oír esto, y temiendo que viniese la gente a marearme, me fui inmediatamente y vine a este lugar. Tal fue la causa de que viniese a esta parte del mundo."
La sabiduria del desierto. Dichos de los padres del desierto del siglo IV. Thomas Merton
Lo felicito por sus publicaciones. Los Padres del Desierto son los que nos enseñaron a vivir el cristianismo verdadero. Le comento que existe una "Regla para eremitas en el corazón" del P. fray Alberto Justo O.P. argentino..y otros libros de el que revelan esta espiritualidad que es para TODO CRISTIANO. Dios y su Santa Madre lo bendiga
ResponderEliminarMuchas gracias. Conozco esa regla por su página.
ResponderEliminarMuchos saludos
Querido Cógito,
ResponderEliminarLeo en el suplemento "Cultura/s", de "La Vanguardia" de ayer 27/08/08 (núm 323) que Edhasa ha reeditado "La montaña de los siete círculos" (The seven storey mountain), la autobiografia de la conversión de Thomas Merton. Doy por descontado que tu lo has leído, sólo era para tenerte al corriente de la reedición. A mi me han dado muchas ganas de leerla (a pesar de los 30,5 eurazos que segun parece cuesta).
Un abrazo.