Aceptado. Es imposible separar a Saint-Exupéry de El principito. Un libro que ha sido traducido a 180 lenguas y dialectos; publicado en un sinnúmero de ediciones baratas, de lujo, en tapa dura, blanda, etc es imposible que no devore a su autor... pero ignorar que ese mismo autor escribió libros como Vuelo nocturno, Tierra de hombres, Piloto de guerra o Correo del sur (o su póstuma e incompleta Ciudadela) ya me parece excesivo. Y es que -además- particularmente, el primer libro de leí de Saint-Exupéry NO fue El principito, sino una modestísima edición de Tierra de hombres que editó hace siglos una benemérita editorial cristiana que intentaba poner al alcance de todo el mundo libros de literatura universal, teología o de formación política (especialmente de corte anarquista o relacionados con la HOAC) a "precios populares". En estas, hace pocos días encontré, casi por casualidad, la edición de las obras completas que publicó Plaza & Janés en 1974. Leo un poquito por ahí, hojeo otro poco por allá y sí me parece que es un buen autor, digno de leerse. Y como muestra un botón:
“La tierra siempre nos enseña más sobre nuestra propia naturaleza que todos los libros, porque se nos resiste. El hombre se descubre a sí mismo, cuando se enfrenta a un obstáculo. Sin embargo, para superar ese obstáculo, necesita de una herramienta. Necesita un cepillo de carpintero o un arado. Mientras trabaja, el labriego va arrancando poco a poco algunos secretos a la Naturaleza, y las verdades que extrae son universales. Del mismo modo el avión, sumerge al hombre en todos los viejos problemas.
Tengo siempre ante mis ojos la imagen de mi primera noche de vuelo sobre Argentina, una noche sombría, en la que sólo brillaban titilantes como estrellas, las escasas luces esparcidas por el llano.
En aquel océano de tinieblas cada una de ellas señalaba el milagro de una conciencia. En aquel hogar se leía, se pensaba, se intercambiaba confidencias. En aquel otro, quizá se intenta sondear el espacio. Alguien, acaso, se halla enfrascado en cálculos sobre la nebulosa de Andromeda. En el de más allá, de vez en cuando, aparecerían aquellas luces reclamando su subsitencia. Incluso las más discretas, la del poeta, la del profesor, la del carpintero... Pero entre aquellas estrellas vivas, ¡cuántas ventanas cerradas, cuantas estrellas apagadas, cuantos hombres dormidos...!
Debemos procurar encontrarnos. Es preciso que intentemos comunicarnos con algunas de esas luces que brillan separadas en el campo"
(Tierra de hombres)
En muchas ocasiones, cuando ando por la calle -soy un perfecto flaneur- miro en los portales o en las ventanas abiertas o que dejan ver algo del anterior, preguntándome por las personas que viven dentro, y meditando sólo el misterio de personas que no conozco y tienen una vida igual de valiosa que la mía, que, sin saber nada de ellos, son, como decía el otro día, "otros yos".
ResponderEliminarP.D.:Se me pasó el otro día darte mi mail: pepito898@hotmail.com
No sé, yo es algo que no me planteo mucho pero inconscientemente observo las caras, los gestos de la gente etc.
ResponderEliminarPD: ya te he escrito
Cada uno tiene su herramienta. Saint- Exupéry tenía su avión, tú tienes tu blog.
ResponderEliminarPero hay algo que leyendo tu entrada me preocupa, y es lo mismo que lo que dice Saint-Exupéry.
Hay que bajarse también del avión, y del blog, para encontrarnos.
A veces creo que de tanto bloggear nos distanciamos y olvidamos el trato humano, ver el rostro de nuestro contertulio, su sonrisa si acertamos en alguna de sus ideas o sueños, o la cara de póquer ante alguna extravagancia nuestra.
No lo sé. Hay que volver quizás más al café... Hay que encontrarnos...
Totalmente de acuerdo Casanueva...
ResponderEliminarDime que dia, a que hora y en que lugar...
Tengo además que dejarte unos libros.
Joaquín, Don Cogito, ya lo sabes pero da igual: ha sido un placer. Un abrazo.
ResponderEliminarIgualmente hombre. Probablemente lo próximo que ponga tenga relación con lo que hablamos.
ResponderEliminarSaludos