domingo, 20 de mayo de 2007

Un libro: “Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad” de José Ribas.


Estoy leyendo la jugosísima reconstrucción (no se me ocurre otra palabra más acertada, ya que no son ni unas memorias, ni una confesión, ni un diario...) de la revista Ajoblanco durante su época más “heroica” e influyente: la transición; y el retrato de toda una generación de la izquierda libertaria. Muy recomendable se esté o no de acuerdo con los presupuestos de los que parte el autor. De lo que llevo leído hasta el momento me quedo con un párrafo:

“Muchas veces lo he pensado: pertenezco a una generación con mitos -Jim Morrison, John Lennon, Andy Warhol, Che Guevara- pero sin maestros. En España, las circunstancias nos forzaron a ser autodidactas; nos formamos gracias al cúmulo de curiosidades sentidas y experimentadas hasta el fondo de nuestras almas. Algunos pagaron el atrevimiento con la muerte” (Pg 57)

.........


-¿Y ahora?
-Desde luego no eso de “maestros”....
-¿Y los mitos?
-Nada. El único mito valido era el de la esperanza utópica.

“La crisis de ideas causada por la erosión y el desdoro de las doctrinas que intentaban sustituir la tradicional metafísica de las convicciones religiosas por teorías políticas de carácter escatológico” ha supuesto la victoria de una ironía desnuda de cualquier mito humanista, de cualquier un mito que se oponga -por ejemplo- a la barbarie. La ironía de nuestros modernos y posmodernos es usada por unos... “para azotar la sociedad de consumo, otros aún luchan contra la religión o contra la burguesía. A veces la ironía expresa algo más: la desorientación en medio de una realidad plural. A menudo simplemente encubre la pobreza de pensamiento. Porque si no sabe que hacer, lo mejor es volverse irónico. Después ya veremos”

Zagajewski En defensa del fervor” (Pg15)

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