El loco Blake
"Julien Green en su obra “la Suite inglesa”, nos presenta a Blake como un verdadero islote dentro de la literatura inglesa. Ni su época lo tuvo en cuenta ni formó escuela después de su muerte. Sugirió como un furúnculo en la piel tersa de Inglaterra. Sus visiones fueron herméticas y sus símbolos apuntaron certeramente al corazón de la civilización occidental.
Los ingleses le llamaban “mad Blake” (loco Blake), pero más que su locura les inquietaba lo terrible de su persona y lo inexplicable de sus profecías. Era indecente y violento, todo lo contrario a un honorable caballero británico. Su actitud constituía un insulto al puritanismo.
Su amor apasionado hacia Cristo le llevó a odiar todo cuanto está fuera del espectro evangélico y en ese todo se incluye con especial énfasis; la filosofía, la política, la moral, las instituciones, la especulación, la monotonía, el pragmatismo y la burguesía.
En Blake, el hombre debe ahondar en su propia condición, que es la del ser que no se integra en ninguno de los mundos conocidos, porque ni es animal del todo ni tampoco una naturaleza absolutamente espiritual. El hombre debe crear su propio medio, su verdadero espacio donde conocerse y encontrar su razón de ser, conseguir e “Matrimonio del Cielo y del Infierno. Dios no rechaza al Diablo, ni el infierno repele al ciclo. Los contrarios se necesitan para existir, únicamente a través de la oposición de los principios se engendra la realidad. Esta dialéctica se desencadena en el corazón del hombre, que es por su condición un campo de batalla, una guerra civil entre los sentimientos hijos de una madre común: la existencia.
El cristianismo de Blake se aleja de toda moralidad y se convierte en un canto a la libertad y a la facultad creadora del espíritu. Quien atenta contra la Imaginación ataca a Cristo. Para Blake, el mundo es una visión fuera de la cual no hay más que sombras. En uno de sus arrebatos el poeta afirmará: “Yo no conozco otro cristianismo ni otro Evangelio que el de la libertad, del alma y del cuerpo, para ejercitarse en las ar tes divinas de la Imaginación, mundo real y eterno del que este Universo Vegetal no es sino débil sombra”.
Lo que Blake llama la “Ley sagrada" no es un conjunto de normas escritas, ni tampoco un código de compartimiento social. Lo sagrado es irracional y va más allá de lo psicológico, que es lo único que reflejan las leyes humanas. La naturaleza de la Ley es incomprensible para el hombre que no somete su inteligencia a la fe. Para Blake. la moral no es el fin último de la religión ni siquiera el camino de la santidad. La poesía, que es la esencia del arte, es un sendero mucho más’ firme que cualquier tortuoso silogismo ético. El “Genio Poético" es el elemento divino del hombre y su acción es la única manifestación de Dios sobre la Tierra.
De querer situarla, la obra de William Blake supondría un eslabón entre el romanticismo desbordado y el hermetismo profético heredado de la Biblia y de los grandes poetas teólogos: Dante y Milton. Del Dante recibe la caótica visión de una cristiandad desleal con el Evangelio. Su crítica a la Iglesia va más allá de la observación del carácter lascivo y simoníaco que el poeta florentino denunció en la Roma del Renacimiento. Blake ve en el inmovilismo dogmático de todas las iglesias cristianas, la ciénaga en donde nacen toda clase de hedores y corrupciones.
En cuanto a su obra gráfica, no es más que la plasmación de algunas de sus más prístinas visiones. No se puede separar de su obra poética porque es una línea quee avanza en la misma dirección. Por su truculencia y esculturalismo se acerca a la pintura de Miguel Ángel. Ambos artistas, hacen del cuerpo humano un fin en sí mismo. Las formas, lejos de reflejar serenidad, están llenas de angustia y expectación. El movimiento es esencial en Miguel Ángel y en Blake, pero se trata de un dinamismo que emana del interior de lo, cuerpos, un fluido incontenible que se desborda en los músculos y en las expresiones de terror que asumen los rostros. Aunque Blake prefiere la miniatura, su visión plástica es colosalista como la de Buonarrotti y su “Juicio Final" sorprende por la inmensidad dentro de lo reducido de sus dimensiones, 47’5 x 38 cm.
Los grabados y pinturas más famosos del poeta están conservados en la Tate Gallery londinense. Allí se pueden contemplar los matices, la magia y la locura de este artista extraordinario.
Thomas Merton, escritor y monje trapense, sintió la llamada del misterio religioso a través de la lectura de Blake. Le impresionaron vivamente sus “Libros Proféticos" y las extravagantes anécdotas de su vida. Aunque no deja de recalcar la heterodoxia del poeta, Merton deja ver entre líneas. que esta heterodoxia es más pura que muchas insinceras ortodoxias. Su inclinación hacia Blake le permite afirmar que éste “Escribió poesía mejor cuanto tenía doce años que Shelley en toda su vida". Y es porque para Merton. el arte va mucho más allá del simple ejercicio literario del estilo que se adquiere con los años y la experiencia.
Rosa Planas, Diario de Mallorca, 31 de octubre de 1980, p. 38.